Guía de audioSanta Sofía

Ayasofya-i Kebir Cami-i Şerifi

Esta mezquita histórica y emblemática se encuentra en una antigua iglesia bizantina amplia, con cúpula y con vitrales.

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La Gran Mezquita Santa Sofía, conocida internacionalmente como Hagia Sophia, se alza en el corazón de Estambul, justo donde parecen encontrarse Europa y Asia. Basta cruzar sus puertas para que los sentidos se sientan sobrecogidos: la luz dorada del sol atraviesa ventanales altos y arqueados, reflejándose en muros de mármol y mosaicos que resplandecen como auténticas joyas. La cúpula central, que se eleva a más de cincuenta metros sobre el suelo, da la impresión de flotar en el cielo, sostenida por medias cúpulas y columnas que la rodean con elegancia.

Con casi quince siglos de historia, la Hagia Sophia fue construida en primer lugar como catedral para el Imperio Bizantino cristiano, por orden del emperador Justiniano a comienzos del siglo sexto. En ese entonces, era la iglesia más grande del mundo, lo suficientemente majestuosa como para ceremonias imperiales y coronada por una proeza de la ingeniería: una enorme cúpula apoyada en secciones curvas y triangulares conocidas como pechinas, que distribuyen el peso de manera excepcional y permiten una gran estabilidad. Este diseño marcó el rumbo de muchas iglesias ortodoxas y, siglos después, inspiró también a numerosas mezquitas monumentales.

El paso de los años transformó la función de este impresionante edificio junto con la historia. Tras la conquista otomana de Constantinopla a mediados del siglo quince, la catedral pasó a ser mezquita. Se incorporaron elementos propios del culto islámico: cuatro minaretes esbeltos, el mihrab o nicho de oración, y grandes lámparas colgantes. No obstante, buena parte de la herencia cristiana quedó ocultada y no destruida; mosaicos con imágenes de santos y emperadores fueron cubiertos. Cuando en el siglo veinte el edificio se transformó en museo, muchos de estos deslumbrantes mosaicos de oro y vidrio coloreado volvieron a ver la luz y a asombrar a los visitantes.

A lo largo de su historia, la Hagia Sophia ha simbolizado el espíritu y las aspiraciones de distintos imperios. Fue escenario de coronaciones, rogativas de agradecimiento tras victorias y también punto de encuentro entre tradiciones artísticas y religiosas. Sus diversas campañas de restauración han convocado talento internacional e ingenio técnico: arquitectos otomanos fortalecieron y reforzaron la estructura, especialistas europeos del siglo diecinueve limpiaron y revelaron el arte bizantino, y expertos turcos contemporáneos preservan tanto los elementos cristianos como los islámicos.

Hoy en día, la Hagia Sophia vuelve a funcionar como mezquita, aunque sus galerías superiores continúan abiertas a los visitantes como museo. Estos cambios han provocado debates mundiales sobre patrimonio e identidad, reflejo de la capacidad del edificio para inspirar y suscitar discusiones apasionadas. Ha sobrevivido incendios, terremotos y tempestades políticas; la Hagia Sophia sigue en pie—mucho más que piedra y arte, es un testimonio vivo de la historia rica y compleja de Estambul, cuyos secretos siguen invitando a nuevas generaciones a entrar y dejarse maravillar.

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