Guía de audioPuente de Gálata
Galata Köprüsü
Puente concurrido sobre el Cuerno de Oro, con cafeterías en la parte inferior, aceras y vendedores ambulantes.
Cruzando las aguas del Cuerno de Oro en Estambul, el Puente de Gálata es mucho más que un simple paso entre la ciudad antigua y la moderna. Con casi quinientos metros de longitud, une el histórico corazón de la ciudad, Eminönü, con el vibrante barrio de Karaköy, donde la vida no se detiene en ningún momento. Hoy en día, el puente cuenta con pasarelas para peatones, carriles para automóviles y tranvías, y bajo sus arcos se extiende una animada fila de cafés y restaurantes de pescado, donde el aroma del marisco fresco se mezcla con la brisa marina.
La historia de este lugar se remonta a más de mil quinientos años, hasta los tiempos del emperador Justiniano en el siglo sexto, cuando ya existían registros de un puente en la zona. Más tarde, durante la conquista de Estambul a mediados del siglo quince, los soldados otomanos construyeron un puente provisional uniendo barcos para que las tropas pudieran cruzar el agua. El sueño de un paso definitivo nunca dejó de estar presente: hubo incluso un momento en que dos de los artistas más célebres del mundo participaron en el proyecto. A comienzos del siglo dieciséis, el genio italiano Leonardo da Vinci diseñó un majestuoso puente de un solo arco para este lugar, pero su propuesta nunca fue aceptada. También se invitó a Miguel Ángel a desarrollar un plan, aunque él rechazó la idea.
No fue hasta mediados del siglo diecinueve que se construyó el primer puente de madera de Gálata, seguido por varias versiones posteriores a medida que las necesidades de la ciudad crecían. Cada puente reflejaba su época: las plataformas de madera dieron paso a puentes flotantes y, más adelante, al actual diseño basculante, cuya parte central de ochenta metros puede abrirse para dejar pasar los barcos por debajo. Al terminar el siglo diecinueve, el Puente de Gálata se había convertido en un icono: aparece en novelas, es fuente de inspiración para pintores y ha sido escenario de numerosas películas.
Este puente ha formado parte de la vida cotidiana de la ciudad. Durante generaciones, los residentes lo han cruzado rumbo al trabajo, a los mercados o a las mezquitas, mientras vendedores ambulantes recorrían sus pasarelas con simit y castañas asadas. Abajo, los cafés y restaurantes invitan a disfrutar de un té o de pescado recién hecho, en mesas llenas de familias y amigos. Incluso se dice que el juego de cartas llamado “bridge” se popularizó aquí, cuando soldados británicos se reunían a jugar tras cruzar el puente y tomar café.
En otro tiempo, había que pagar un peaje por cruzarlo a pie, a caballo o en carruaje, hasta que las últimas tarifas se eliminaron a comienzos de la década de mil novecientos treinta. Hoy, los tranvías resuenan sobre sus vías, los autos pasan rápidamente y los peatones lo recorren a todas horas. El puente sigue siendo un símbolo vivo: une lo antiguo y lo moderno, el este y el oeste, la tradición con la cultura actual. Su espíritu sigue intacto: pescadores alinean sus cañas en las barandillas, escritores y artistas hallan inspiración, y viajeros de todo el mundo se convierten en parte de la historia de Estambul justo en este punto donde las dos orillas de la ciudad se encuentran.