Guía de audioPalacio de Dolmabahçe

Dolmabahçe Sarayı

Suntuoso palacio otomano abovedado, convertido en un museo con colecciones de arte, caligrafía y alfombras.

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A orillas de las relucientes aguas azules del Bósforo, el Palacio de Dolmabahçe se erige como uno de los monumentos más majestuosos de Estambul surgidos al final del periodo otomano. La historia de este palacio es tan fascinante como su aspecto. Hace casi doscientos años, este lugar era una bahía protegida donde los marineros anclaban los barcos imperiales; más adelante, se transformó en un jardín real, hasta convertirse en el imponente palacio que se puede visitar hoy.

A mediados del siglo diecinueve, el sultán Abdülmecid, un gobernante visionario del Imperio Otomano, decidió construir Dolmabahçe. Quería una residencia que reflejara la elegancia europea y lo último en tecnología, reemplazando al antiguo y tradicional Palacio de Topkapı. Las obras comenzaron a principios de la década de mil ochocientos cuarenta y se extendieron durante más de una década, empleando enormes recursos: oro, mármol y maderas preciosas. Para el proyecto, eligió a la familia armenia Balyan, reconocidos arquitectos expertos en fusionar el arte de Oriente y Occidente.

El enorme edificio se extiende a lo largo de casi seiscientos metros junto a la costa. Su diseño es impactante: escaleras imperiales, un gran salón de ceremonias coronado por una enorme cúpula y cientos de habitaciones decoradas con detalles de los estilos barroco, rococó y neoclásico europeos, siempre integrando el arte turco. El pan de oro resplandece en los techos, mientras que las lámparas de cristal de Bohemia y de Francia cuelgan en casi todas las salas principales, destacando una que pesa varias toneladas. Los suelos están cubiertos con alfombras hechas a mano de Hereke y las galerías exhiben pinturas y obsequios reales llegados de todo el mundo.

Dolmabahçe no solo lucía moderno, sino que también ofrecía comodidades innovadoras. Incluso antes de la llegada de la electricidad, sus salones se iluminaban con lámparas de gas inglesas, y un sistema de calefacción central mantenía el calor en el interior. En sus salones se vivieron momentos importantes de la historia turca: los sultanes recibieron a líderes de todo el mundo, se celebraron ceremonias políticas cruciales, y Mustafa Kemal Atatürk, fundador de la República de Turquía, pasó sus últimos días en una sencilla habitación con vistas al mar.

Más allá del edificio principal, quienes visitan encuentran jardines con fuentes, elegantes portones de hierro forjado, una mezquita y hasta una torre reloj del siglo diecinueve. La zona del harén —antiguo espacio privado de la familia real—, las bulliciosas cocinas y los baños de estilo turco ofrecen una mirada íntima a la vida cotidiana del palacio.

Tras el final del Imperio Otomano, Dolmabahçe se transformó en símbolo de una nueva etapa. Abierto al público como museo desde mediados de los años ochenta del siglo veinte, recibe actualmente a más de un millón de visitantes al año. En el interior, la combinación entre el glamour del viejo mundo y la ambición del nuevo permite adentrarse en la compleja historia de Estambul, ese lugar donde Oriente y Occidente realmente se encuentran.

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