Guía de audioIglesia de San Salvador de Cora

Kariye Camii

Museo de arte religioso que ocupa una iglesia construida por primera vez en el siglo VI.

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En el corazón de Estambul, alejado del bullicio de la ciudad, se alza el Kariye Camii, un edificio que reúne más de dieciséis siglos de historia, fe, arte y cultura. Esta construcción, conocida antiguamente como la Iglesia de Chora, surgió como un pequeño santuario cristiano en los primeros años del cristianismo, allá por el siglo cuarto, cuando todavía se encontraba fuera de las antiguas murallas de Constantinopla. Al construirse las nuevas murallas en el siglo quinto, la iglesia quedó incorporada a la ciudad en expansión, aunque conservó su nombre original, que significa “en el campo” en griego.

El edificio que contemplamos hoy comenzó a tomar forma en el siglo once, cuando mujeres influyentes como María Doukaina impulsaron su reconstrucción siguiendo el estilo de cruz inscrita, tan popular en el mundo bizantino. Tras un terremoto en el siglo doce, se realizaron importantes reparaciones, y en el siglo catorce alcanzó su mayor esplendor bajo la protección de un noble llamado Teodoro Metochites. Fue entonces cuando se llenó de extraordinarios mosaicos y frescos, con relucientes dorados y profundos azules y rojos que relatan historias de la tradición cristiana: el nacimiento de Jesús, la vida de María y escenas vívidas de la resurrección. Estas obras reflejan una sociedad en busca de esperanza en el ocaso de la era bizantina, fusionando símbolos espirituales con una intensidad emocional poco común en otras iglesias de la época.

La arquitectura de Chora es singular frente a los grandes monumentos de Estambul. Sus seis cúpulas, los espacios íntimos y las paredes cubiertas de imágenes sagradas transmiten una sensación de historia acumulada; cada pasillo revela nuevas maravillas, desde el vestíbulo decorado con gran riqueza hasta la pequeña capilla donde se honraba a los difuntos.

A lo largo de los siglos, Kariye fue iglesia y, tras la llegada de los otomanos en el siglo quince, se transformó en mezquita, aunque las obras cristianas se cubrieron cuidadosamente en vez de ser destruidas. Ya a mediados del siglo veinte, cuando se declaró museo, un minucioso trabajo de restauración permitió sacar a la luz estos tesoros y mostrar al mundo algunos de los mejores ejemplos del arte bizantino tardío. Gracias a esta labor, se salvaron relatos y colores invaluables que estaban en riesgo de perderse.

En los últimos años, el edificio ha vuelto a ser escenario de debates tras su retorno al uso como mezquita, lo que pone de relieve el desafío de combinar la devoción religiosa con la conservación del patrimonio cultural universal. A pesar de los cambios, las puertas de Kariye siguen abiertas a todos: creyentes, amantes del arte y viajeros curiosos. Frente a monumentos grandiosos como Santa Sofía, Kariye ofrece una experiencia más íntima, pero se mantiene como prueba viva de la riqueza histórica de Estambul y su inagotable creatividad.

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