El Parque Fenerbahçe, ubicado en la vibrante ribera asiática de Estambul, en el animado distrito de Kadıköy, se extiende sobre una verde península que abraza las aguas del mar de Mármara. Antiguamente una isla separada, fue un ingenioso proyecto de la época bizantina el que unió este lugar a la ciudad mediante un sólido dique. Las suaves brisas marinas hacen danzar las hojas de árboles centenarios—algunos con más de seiscientos años de antigüedad—como los emblemáticos pistachos y plátanos orientales, cuya edad se muestra con orgullo en placas oficiales.
El nombre del parque, Fenerbahçe, significa “jardín del faro” en turco y rinde homenaje a su elemento marítimo central. El faro original fue construido a mediados del siglo dieciséis por el sultán Solimán el Magnífico, soberano del Imperio Otomano, para guiar a los barcos con seguridad junto a la escarpada costa. Siglos después, en pleno siglo diecinueve, el sultán Mahmud Segundo impulsó una profunda renovación, modernizándolo para responder a las nuevas necesidades de la navegación. El faro actual, aún en pie y fácilmente reconocible, recibe a los visitantes con su silueta inconfundible, aunque su interior permanece cerrado al público.
Paseando por el parque se pueden descubrir vestigios de otras épocas, como el Fener Köşkü Hamamı, una antigua casa de baños otomana, y fuentes ornamentales cuyas placas de mármol talladas muestran el esmero de los artesanos de antaño. Dos de las fuentes más destacadas fueron incorporadas en el siglo veinte, empleando materiales tradicionales que evocan la elegancia de tiempos pasados.
Por todas partes se perciben huellas de la historia de la zona. Durante la era bizantina, aquí florecían jardines palaciegos, iglesias y un pintoresco puerto. Más adelante, el lugar se convirtió en refugio predilecto para los sultanes otomanos. El paisaje se llena de color en primavera, cuando florecen tulipanes, magnolias y almendros en una explosión de vida. El Parque Fenerbahçe es siempre de acceso libre y está abierto a cualquier hora: un rincón apacible donde se entrelazan historia, naturaleza y comunidad, incluida la pasión por el club de fútbol que lleva el mismo nombre, formando parte del alma de Estambul.