En lo alto de una colina cubierta de pinos, en la parte asiática de Estambul, se alza Çamlıca Tepesi, un lugar emblemático profundamente ligado a la vida cotidiana de la ciudad. En la cima, la Mezquita de Çamlıca resplandece con su piedra blanca y delicados toques azules; su gran cúpula y sus seis esbeltos minaretes se han convertido en un nuevo símbolo visual para la metrópoli más grande de Turquía. Este proyecto, inaugurado en la última década, nació del deseo de unir el profundo legado islámico del país con una visión moderna orientada al futuro.
La mezquita es la más grande de Turquía y puede acoger a decenas de miles de personas al mismo tiempo. Sin embargo, lo que realmente la distingue es el equipo femenino de arquitectas, Bahar Mizrak y Hayriye Gül Tutu, que aportaron una perspectiva innovadora a cada detalle. Su propuesta arquitectónica entrelaza formas tradicionales otomanas con elementos de diseño contemporáneo, logrando un espacio que resulta a la vez familiar y sorprendentemente novedoso. Los seis minaretes representan tanto los pilares fundamentales del islam como un momento clave en la historia turca, mientras que la gran cúpula central, rodeada de otras más pequeñas, evoca la armonía en la diversidad.
Pero Çamlıca no es solo un lugar de culto; el complejo invita a todos a acercarse a la cultura. En su interior, se puede visitar un museo dedicado a las civilizaciones islámicas, una luminosa galería que expone arte turco contemporáneo e internacional, una amplia biblioteca equipada con tecnología avanzada y un auditorio diseñado para grandes eventos. Además, el recinto apuesta por la sostenibilidad, incorporando paneles solares y sistemas inteligentes de recolección de agua de lluvia, en una fusión de innovación y tradición.
Çamlıca Tepesi es también famoso por sus parques abiertos, cafeterías y vistas legendarias. Es un lugar preferido para disfrutar de picnics en familia y sesiones de fotos nupciales, con panorámicas que abarcan el Bósforo, el histórico Cuerno de Oro y el horizonte de la ciudad. Su ambiente animado y acogedor refleja el espíritu de Estambul: una ciudad enraizada en la historia, abierta al mundo y en constante transformación.