Guía de audioBüyükada

Isla pintoresca con vistas hermosas, senderos para caminar y una variedad de residencias históricas.

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Büyükada, cuyo nombre significa “Isla Grande”, se encuentra a tan solo un breve trayecto en ferry desde Estambul, rodeada por la suave luz del mar de Mármara. Su historia se remonta a tiempos antiguos y está marcada por una mezcla de belleza, exilio y transformación. Los griegos la llamaron alguna vez Prinkipos, es decir, “Príncipe”, mientras que los antiguos escritores la conocían como Pityoussa, un lugar cubierto de pinos. A lo largo de los siglos, los diferentes nombres fueron reflejando los cambios de la isla: desde refugio boscoso hasta escenario de imperios.

Durante la época bizantina, este lugar fue elegido por los emperadores para construir grandes monasterios, pero también fue destino de exilio para rivales políticos y miembros de la familia real, lejos de las intrigas de la ciudad. Tras la llegada de los otomanos, Büyükada mantuvo su calma, con pescadores en sus orillas, hasta que en el último cuarto del siglo diecinueve, las primeras embarcaciones de vapor atrajeron a la élite de Estambul, que empezó a edificar mansiones y villas de verano ornamentadas. Hoy en día, esas antiguas casas de madera, cubiertas de bugambilias en flor, son parte inseparable del encanto de la isla.

La religión añade otra dimensión a la identidad de Büyükada. En la cima de una colina, el Monasterio Ortodoxo Griego de San Jorge, fundado hace casi mil años, convoca a multitudes cada primavera; tanto cristianos como musulmanes ascienden el empinado sendero rodeado de árboles para peregrinar y rezar. Cerca de allí, la Mezquita Hamidiye, de estilo occidental y mandada construir por un sultán otomano, se alza como testimonio de otro capítulo histórico. En su momento, la isla acogió el mayor orfanato de madera del mundo, un edificio enorme y silencioso que hoy permanece cerrado, pero cuya existencia da cuenta de las numerosas comunidades –griega, armenia, judía y turca– que han dejado su huella aquí.

Actualmente, los visitantes recorren Büyükada en bicicleta o en silenciosas lanzaderas eléctricas, lo que ayuda a conservar la tranquilidad de sus calles. Hasta el año dos mil veinte, los carruajes tirados por caballos ofrecían paseos tranquilos, pero fueron retirados por el bienestar de los animales. El muelle se llena de ferris que llegan de ambos lados de Estambul, especialmente durante los meses cálidos, cuando la población se multiplica y las playas se colman de veraneantes.

Büyükada también ha sido refugio para personajes célebres. El líder ruso exiliado León Trotski escribió aquí varios libros en los años treinta del siglo veinte, viviendo en una mansión tranquila. Escritores, artistas, diplomáticos y políticos han buscado paz entre los bosques de pinos y la brisa suave del mar.

Con el paso de las estaciones, el paisaje de la isla revela su esencia. Las colinas están cubiertas de pinares y arbustos bajos, mientras los elegantes cipreses se recortan contra el cielo azul. En primavera, los árboles de Judea florecen en tonos rosados a lo largo de la costa. El Museo de las Islas Príncipe resguarda hallazgos como monedas de oro que datan de la época del padre de Alejandro Magno, recordando a los visitantes cuán profundo es el legado histórico del lugar.

La historia de Büyükada ha inspirado a numerosos cronistas de viajes. Para muchos, es un sitio apartado del bullicio de la ciudad: una isla donde la memoria y la belleza natural conviven en armonía. Ya sea caminando por senderos sinuosos, deteniéndose en monasterios silenciosos o tomando té bajo la sombra de árboles centenarios, quienes visitan perciben las mareas superpuestas de historia y cultura que continúan dando forma a esta isla verdaderamente singular.

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